A la sombre de Strauss.

Sentado en un extremo de la cama intento recordar noches ahogadas en un estanque, custodiado por nenúfares donde solías recostarte. A través de tus pupilas alcanzaba a ver decorados color fucsia que no llegaré a visitar. Atadas mis muñecas a promesas con sabor a dulce suicidio, dejan entrever un hilillo de sangre alimentado la comisura de tus labios. Labios que no cesaron de sonreír tristeza.

En camisón blanco, hundida en esta bañera me susurraste la agonía del corazón, hiriente al crecer rodeada de todas estas espinas.