Espiralia.

Ojos duelen al eclipse lunar configurado en mis dedos. (Allí, duerme el temblor enredado en tus cabellos.) Esqueletos de árbol bailan proyectando sombras que arañan tu espalda, creando senderos labrados en sangre donde pequeñas criaturas son bautizadas y devoradas por decenas de sanguijuelas.

Lágrimas hierven cicatrizando las mejillas.

Miradas odiosas se confunden con luciérnagas, describiendo órbitas a nuestro alrededor. Ríen escupiendo vómito, alimentando el suelo infértil. Tus pies comienzan a hundirse en este lodo, diluyendo el abrazo. Con fuerza clavas los dedos en mis muñecas, llevándote contigo las venas.

Los sueños fueron ahogados en este bosque de barro, lágrimas y sangre.