Atardecer.

Sentado sobre este frío mármol, observo caer hojas amarillentas y secas. Donde antes la belleza tenía cobijo ahora únicamente hallarás desnudez. Una Desnudez fría y pálida.

Nubes grisáceas, de vientre intoxicado por húmedo rencor, han terminado autoproclamándose dueñas de todo cielo. Ocultan estelas de aviones... mis privadas estrellas fugaces... Con resignación bajo la mirada hacia mis botas. Ellas están entretenidas en la realización de garabatos con forma de violeta. Contemplándolas, creo ver por un instante tu sonrisa.

Crecientes vientos con sabor a lágrimas hacen revolotear mis cabellos. Comienza la memoria a estremecerse, recreada por el contacto de finos dedos. Remolinos en mi pelo, remolinos que hacen bailar decenas de hojas a mi alrededor. Tiñen ahora mi piel en rojo, bañando con el color de tu sabor, el fin del origen de este firmamento.